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La represión en la Guerra Civil causó más de 15.200 muertes en Extremadura

Los asesinatos y fusilamientos por el bando franquista causaron 13.680 víctimas frente a las 1.541 por el republicano Las cifras estimativas fueron dadas a conocer en el simposio sobre el conflicto de 1936 abierto ayer en Badajoz

JULIÁN LEAL

Abatidos a tiros en los siniestros 'paseos' colectivos, ejecutados en cumplimiento de sentencias de muerte o directa y sencillamente ejecutados, las víctimas mortales de la represión emprendida por los dos bandos enfrentados enla guerra civil en Extremadura podría elevarse a 15.221. Una cifra estimativa, pero escalofriante, superior a la de muertos en combate, que pone de relieve la crueldad y las atrocidades cometidas en el conflicto. No obstante, existe una enorme desproporción entre las bajas provocadas por la parte republicana, 1.541, y las de la franquista, 13.680.

Estos estremecedores datos volvieron a plantearse ayer por Fernando Sánchez Marroyo, catedrático de Historia Contemporánea de la Uex, en la primera sesión del simposio 'Badajoz en agosto de 1936: historia e imagen de la guerra civil'. La conferencia inaugural corrió a cargo de Hilari Raguer, historiador y religioso, quien disertó sobre 'La iglesia y la represión en la guerra civil'.

El consejero de cultura, que presidió el acto de apertura, en declaraciones a los informadores advirtió que al organizar el simposio «no se pretende levantar viejos fantasmas» para a renglón seguido puntualizar: «nadie debe sentir que se busca algo distinto a la recuperación de la memoria histórica, que es un derecho que tiene todo ser humano».

Rigor histórico

En ese sentido, Francisco Muñoz defendió el derecho que tienen los familiares y amigos de los muertos en la represión franquista «a rescatar su memoria, y poder acudir allá donde se encuentran los restos de los antepasados para dignificarlos», al igual que han hecho las familias de los muertos por los republicanos.

Por otro lado informó de que en las sesiones intervienen ponentes de todas las ideologías, lo que, en su opinión, «facilitará un planteamiento histórico y plural con el objetivo de tener los suficientes elementos de juicio para conocer unos hechos trágicos ocurridos hace tiempo pero que todavía levantan pasiones».

Ese planteamiento explica que instituciones como la Junta de Extremadura y las Diputaciones de Cáceres y Badajoz respalden el simposio, iniciativa de personas particulares y asociaciones de recuperación de la memoria histórica. El que se desarrolla en Badajoz hasta hoy, es el segundo de los organizados y para el 2005 está previsto que se celebre dos más, el del próximo año en Castuera y el siguiente en un lugar todavía sin determinar, anticipó el consejero.

Finalmente, explicó que estas jornadas abordan el tema a tratar desde varios puntos de vista, por un lado desde la investigación, la ciencia y la metodología histórica, aunque también rastrea la memoria oral, el testimonio de aquellas personas que vivieron la Guerra Civil. Todo ello se plasmará en una serie de publicaciones que ya se están elaborando.

La cruzada de los obispos

Antes de su intervención, Hilari Raguer, reveló algunos detalles de la conferencia inaugural que fue invitado a impartir. El historiador y abad del Monasterio de Montserrat resaltó la posición que ante el conflicto civil adoptó el episcopado español, desmarcándose de la línea de prudencia del Vaticano.

Según afirmó, la casi totalidad de los obispos se alinearon con los sublevados «para adherirse con entusiasmo al alzamiento que muchos de ellos lo denominarían como cruzada». En cambio, la Santa Sede quedaría «a mucha más distancia y ningún Papa le ha llamado cruzada a la Guerra Civil española».

Para el conferenciante, los representantes de la Iglesia española, en general se mostraron muy sensibles hacia sus propias víctimas, pero no se conmovieron con las demás, «como si considerasen normal lo que estaba pasando». Raguer resaltaría la labor de propaganda que muchos obispos realizaron de la 'causa' franquista y su oposición a que el fin del conflicto pudiera anticiparse por la mediación de otros países. «No se deseaba otra paz que la obtenida con la victoria», apostilló.

Aunque esa fue la actitud mayoritaria de la jerarquía eclesiástica, Raguer reconoció algunas «excepciones encomiables», de dignatarios de la Iglesia que denunciaron la represión ylas matanzas indiscriminadas. Entre ellos mencionó a Marcelino Olaechea, obispo de Pamplona quien desde el púlpito denunció la práctica de los requetés, «de matar unos rojillos cada vez que enterraban a uno de los suyos».

En esa sentido también recordó la actitud de un sacerdote vasco que se ofreció por dos veces para reemplazar a unos prisioneros a los que iban a fusilar. Para Raguer son actitudes que contrastan con la general de complicidad o de omisión».

La primera de las ponencias presentadas fue expuesta por Fernando Sánchez Marroyo, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura. Su trabajo se centró sobre la represión en Extremadura durante la guerra civil.

Enemigos a destruir

Según el ponente, los adversarios políticos y de clase pasaron a ser «enemigos a destruir» y sobre ellos se descargaría toda la violencia política. «Las víctimas de la represión fueron todos los colectivos sociales», subrayó.

La represión, expuso Sánchez Marroyo, alcanzó diversas manifestaciones en forma de depuraciones, prisiones o torturas para encontrar su «máxima expresión en la destrucción física de las personas». Como se encargó de resaltar, «un rasgo peculiar de la guerra civil fue que el número de muertes por la represión fue superior a los fallecidos en combate». De acuerdo con los datos que ofreció, en el conjunto del Estado las víctimas de la represión se cifran en unas 200.000, de las cuales entre 60.000 y 65.000 de las derechas y entre 130.000 y 140.000 de las izquierdas.

Aunque Sánchez Marroyo reconoció que las cifras no son homogéneas, en Extremadura el total de víctimas de la represión se calcula en 15.221. La autoría de estas muertes hay que cargarlas en su inmensa mayoría sobre las espaldas de los franquistas, que liquidaron a 13.680 personas frente a las 1.541 de los republicanos.

En la provincia de Cáceres, las ejecuciones irregulares de los 'nacionales' acabaron con la vida de 1.170 personas, a las que hay que sumar otras 510 ejecutadas por sentencia de muerte. La violencia represiva en la provincia de Badajoz alcanzó cotas mucho mayores. A falta de estudios más precisos el ponente las sitúa en torno a 12.000, de las que 1.109 lo fueron como consecuencia de las ejecuciones por consejos de guerra. Los datos que maneja el ponente atribuyen a los fusilamientos por los republicanos 130 ejecuciones, mientras que en Badajoz se elevaron a 1.411, de las que destacó las 447 en la comarca de La Serena, las 261 de Llerena y las 278 de las Vegas Altas.

A la intervención del catedrático siguieron las manifestaciones de participantes en la guerra civil o damnificados por ella. Los numerosos asistentes al simposio pudieron conocer los testimonios de Luis Pla, de Badajoz, y Ángela Villa, de Bienvenida. En la jornada de la tarde sería expuesta la ponencia conjunta de Ángel David Martín, profesor de la Universidad San Pablo, y el historiador José Luis Gutiérrez Casalá sobre la represión republicana en Badajoz. Le seguiría otra de signo contrario, 'Represión franquista en Badajoz; la columna de la muerte', presentada por Francisco Espinosa.

Finalmente sería presentado el libro 'La Amargura de la memoria', obra de José María Lama, que ganadora el pasado año del premio 'Arturo Barea' que convoca la Diputación de Badajoz. A continuación se procedió a la apertura en la Biblioteca Pública de Extremadura de la exposición 'Guerra Civil en Extremadura, memoria gráfica'.

*Fuente : Hoy Digital, Badajoz. 27 de Noviembre de 2004