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A propósito del libro «Radiografía de una posguerra (crónicas breves)» (José Soler; Valencia, 2005). 

MIGUEL MAZÓN - Miembro ejecutiva del PSPV-PSOE

Sin llover y con tanta calor, las avispas de aquellos años andaban especialmente susceptibles. También los hombres se dejaron arrastrar por el ansia, el calor y el miedo. Miedo, que como serpiente se enroscó en el cuello impidiendo respirar: la traición a la patria se había consumado.

Dictadores de sangre y trapo, creándose un hueco en la historia de la infamia, ordenaban formar a los pelotones de fusilamiento. Detrás de aquellos disparos sólo hemos oído silencios y miserias infrahumanas que justificaban su injusticia sanguinaria. Así pasó en Cella y en todo Teruel recién estallada la guerra. Después, las carrascas y pinos ardieron durante tres años de guerra convulsa para saludar a esa España que se decía nueva mientras te apuntaba con un fusil y con un escapulario, que prendido en el pecho conservaba las lágrimas de la madre que lo bordó.

Lágrimas negras para almas negras en una España negra llena de sentimientos de pecado y engreída y engominadamente salvadora. Todo ello sin sentimiento de culpa, sin sentido de la pena negra que arrasó a la media España durante cuarenta años.

Muerto el dictador en su cama, llegó de nuevo el olvido por la urgencia de vivir en paz, en libertad y en democracia. Sin embargo, el silencio seguía rodeando a los 1.005 hombres y mujeres de tierra y agua que enterrados en el pozo del Caude no pudieron unirse a la nueva fiesta de la Libertad, tampoco pudieron acompañarnos otros muchos muertos. Estos muertos de todos, nuestros muertos, mis muertos, habían quedado, iluminando cunetas, carreteras y cruces de caminos, expuestos al olvido. Por eso, cuando Joselito ha escrito con ellos y para ellos, ha vuelto a romperse el cielo que enturbia la memoria y el eco de aquellos disparos se esparce por la llanura y, por el Guadalaviar y el Turia, llega esa sangre hasta el mar.

No hay vacío y no hay olvido porque os recordamos e inventaremos vidas para vosotros llenas de paz, de alegría, de libertad, de igualdad y fraternidad. Porque la noche cerrada no volverá y porque radiografías como la de José Soler os hacen saltar el charco putrefacto de la dictadura para posar vuestros recuerdos, como besos, en nuestra memoria. Porque cada palabra se carga de emoción por vuestras vidas no vividas, resulta difícil recordar.

Gracias José por luchar contra el olvido.

*Fuente : periódico, lugar. 2 de octubre de 2004