LA DERECHA ANCESTRAL DE SALAMANCA

JULIO Fernández
Profesor asociado de la Universidad de Salamanca y diputado del PSOE.


El alcalde de Salamanca ha convocado el 11 de junio a los ciudadanos para que se manifiesten contra la devolución de algunos papeles del archivo de la guerra civil que fueron incautados a sus legítimos propietarios por los que derrocaron el orden constitucional republicano en 1936. Esta devolución es un ejercicio de justicia material y, además, el Gobierno convertirá el archivo de Salamanca en el gran centro documental español sobre la memoria recuperada. Pero la obsesión por conseguir el poder a toda costa y la falta de proyectos de futuro de esta derecha ancestral y ultramontana nos devuelven a los viejos enfrentamientos de las dos Españas.
Para colmo de la desfachatez, los sectores radicalizados del PP han organizado un acto público en Salamanca en el que intervinieron varios personajes revanchistas y sectarios: asesores de Aznar, como Zarzalejos, o seudohistoriadores revisionistas como César Vidal y Pío Moa, que de lo único que se han preocupado es de revisar nuestra historia reciente justificando a los golpistas del 36 y criminalizando a los legítimos gobiernos republicanos. Para estos tipos, Franco no fue un golpista. Estos mesiánicos revisionistas son los herederos de los que denunciaron a Dorado Montero (catedrático y primer concejal socialista de Salamanca) por predicar "doctrinas heréticas que atentaban contra la sacrosanta religión católica"; los que apoyaron la construcción del Valle de los Caídos con el sacrificio de más de 20.000 presos; los que aplauden que la inmensa mayoría de los caídos del bando republicano estén enterrados en las cunetas.
A estos señores trae el alcalde de Salamanca. ¿Se imagina alguien qué pasaría en Alemania si hoy día una corriente científica deseara rescatar y ensalzar la doctrina del nazismo e incitara a defender documentos que Hitler hubiera robado a sus legítimos propietarios? Pero esto pasa porque quienes gobiernan Salamanca son herederos directos de los que llevaban las botas de la dictadura. Es triste; y lo peor, que Salamanca y Castilla y León, por desgracia, siguen estando a la cola del desarrollo. Pero eso no interesa a los caciques de la derecha, que llevan gobernando por aquí desde la época de Viriato.