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La estatua de Franco que no es de nadie

JOSEP Pernau

Algún día habrá en este país una campaña contra uno de los males peores que aquejan a las administraciones públicas: la burocracia. De ella se explicará un caso emblemático que se ha desvelado ahora en Madrid, que es todo un ejemplo de lo que no debe ocurrir si se quiere que las instituciones funcionen con criterios de racionalidad.
A la ciudadanía de hoy le entran ganas de llorar cuando se entera del caso. Dentro de unos años, la gente se partirá de risa. Resulta que, de acuerdo con una iniciativa aprobada por el Congreso, una ley obligará a las administraciones a retirar los símbolos franquistas que se muestran aún en edificios y lugares públicos. De acuerdo con este espíritu, IU hizo una gestión para que desapareza la estatua ecuestre del general Franco, de más de siete metros de altura, que hay en Madrid, en plena calle, junto a los Nuevos Ministerios. Pero por los inextricables misterios de la burocracia, el monumento no es de nadie.
Entre las instituciones existen disputas sobre una propiedad. Ahora, nadie reclama nada. Al contrario. Hay dos partes enfrentadas y las dos coinciden en afirmar que el monumento es de la otra. El ayuntamiento de la capital se lo quiere colocar al Ministerio de Fomento, y éste alega que es de propiedad municipal. Total, que entre unos y otros, la estatua sin retirar.
¿Veremos un litigio para dirimir la no propiedad de la escultura del general a caballo? A uno no le extrañaría. Sería una pugna muy extraña: al ganador se le negarían todos los derechos sobre aquellos metros cuadrados de terreno y lo que sobresale por encima, mientras que al perdedor se le adjudicaría la propiedad. Si el caso se ha de ventilar ante un tribunal, que cuenten con mi presencia en la sala.

*Fuente : El Periódico. 20 de Noviembre de 2004