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MAQUILLARÁN EL VALLE DE LOS CAÍDOS

JOSEP Pernau

El Gobierno ha aceptado un reto imposible: maquillar el Valle de los Caídos, para que no desentone con los principios democráticos que marca la Constitución. Valor no se le puede negar. No se arredra ante la ofensiva de críticas que va a desencadenar la ultraderecha, de la que seguramente el PP se hará portavoz, ni el dudoso resultado que se va a conseguir. Desde los cimientos hasta la gigantesca cruz que lo preside, el monumento luce un indeleble sello totalitario que no admite disimulos. Con todo, el Ejecutivo acepta el desafío. ¡Adelante, valientes, y que no falte inspiración en el difícil empeño de repintar la obra del faraón gallego Francisco!
Como queda descartada la dinamita, hay ya algunas ideas para el reciclaje de las piedras... Por ejemplo, que el visitante sepa desde el primer momento cómo se construyó el monumento y que fueron presos políticos los que cargaron sobre sus espaldas los mármoles y granitos que, en presencia del amo de la finca española, bendijeron obispos y abades revestidos de pontifical. Que conozca también el visitante lo que costó y que se le informe de las precariedades de la cartilla de racionamiento, de lo que valían lo alimentos básicos en el mercado negro de los estraperlistas y el censo de tuberculosos y desnutridos en los años de la construcción. Y que se entere de que estaba ya inaugurado el mausoleo cuando el país alcanzó el nivel de vida que tenía en 1936, en el momento del alzamiento militar.
Si se hace así, ¡adelante con el reciclaje anunciado! Que el Valle de los Caídos quede como un monumento a los delirios de grandeza y al gigantismo megalómano de los dictadores. No hace falta que se busque otra tumba para los dos personajes allí sepultados. Sus propias familias pedirán el traslado.

*Fuente: El Periódico, 31 de marzo de 2005