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María Teresa Salinas Urtasun

Ante el reciente fallecimiento de la socialista altsasuarra María Teresa Salinas Urtasun, Juan José Lizarbe refresca en este artículo el perfil de quien fuera hija de Constantino Salinas, presidente --vicepresidente en aquellos años-- de la Diputación Foral de Navarra a quien su exilio tras la guerra civil trajera junto a dos de sus hijos hasta Buenos Aires a bordo del vapor Alsina. A través de María Teresa, Lizarbe reinvindica a los republicanos liberales navarros como Constantino Salinas, cuyo retrato, a pesar de haberlo sido, no figura en la galería de presidentes del Palacio de Navarra, en Pamplona.

por Juan José Lizarbe Baztán (*)

La madrugada del sábado veintiuno de mayo nos dejó la veterana socialista alsasuarra María Teresa Salinas Urtasun, tras casi noventa años de intensa vida. Se fue sin meter ruido, sin que nos enterásemos, en silencio, y con la misma exquisitez que se desenvolvía en la vida. La conocí tan sólo hace diez años, pero el respeto que me producía y los acontecimientos, personajes y causas que me sugería, me empujan a escribir unas líneas en su recuerdo y en su memoria.

Coincidí con ella por primera vez en una reunión de socialistas en Alsasua. Tras pronunciar mi discurso, enmarcado en un momento político difícil, y que siguió con verdadera atención a pesar de lo aburrido que estuve, mis compañeros nos presentaron. Comprobé con agradable sorpresa que se trataba de una de las hijas de Luisa Urtasun y Constantino Salinas, quien fuera relevante líder socialista navarro, símbolo de la Navarra republicana y presidente --por aquel entonces vicepresidente-- de la Diputación Foral.

María Teresa fue la tercera de cinco hermanos. Nació seis años después de sus hermanas gemelas, Josefina y Julia, y dos y seis años antes de sus hermanos, Antonio y Fernando. Todos juntos crecieron durante el transcurso de la Segunda República, pero la guerra civil dividió a esta familia. La madre que no pudo escapar de Santander, volvió a Alsasua con los tres pequeños, mientras que el padre y las hijas gemelas emprendieron desde Marsella un largo peregrinaje hacia el exilio argentino a bordo del vapor Alsina, junto con ciento setenta compatriotas más, entre quienes se encontraba Niceto Alcalá-Zamora --primer presidente de la Segunda República-- y su familia. Unos años más tarde Josefina y el hijo de don Niceto se casaron en Buenos Aires. Dicen que ambos dignatarios trabaron amistad durante la visita institucional del presidente a Pamplona en 1932 --donde a su vez Salinas presidía la Diputación--, pero seguro que ni se imaginaron que acabarían siendo consuegros, y menos tan lejos de Navarra.

Lógicamente María Teresa Salinas fue la protagonista principal de los pocos actos que se han realizado en memoria de su padre. Me referiré a dos en los que estuve presente.

Unos días después del triunfo de Zapatero en las elecciones de marzo de 2004, concretamente el día 17, el profesor Ángel García-Sanz Marcotegui presentaba en el campus de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) su libro 'Constantino Salinas. Un médico navarro comprometido con el socialismo democrático', y allí estuvo María Teresa, que no podía faltar al trabajo más serio y profundo sobre la vida y trayectoria de su padre, y en el que colaboró con toda clase de datos, documentos y comentarios. También estuvo su sobrino Juan Cruz Alcalá-Zamora Salinas.

El resumen del autor fue un modesto prolegómeno de tan interesante publicación. María Teresa, a pesar de su ya deteriorado estado de salud parecía saberlo todo, y es que de hecho lo sabía todo y se mostraba orgullosa. Tía y sobrino intervinieron en la presentación del libro e hicieron declaraciones ante la escasa presencia de medios de comunicación. Recordaron a Constantino como "un nadador contra corriente, defensor de las injusticias y de los derechos humanos". Les podía el corazón: "Mi padre era muy modesto, pero a la vez tenía mucho orgullo. Tuvo la oposición de mucha gente de derechas que le hacían la vida imposible". La profesora Mari Cruz Mina, también presente, aportó su valoración más científica y lo definió como "un heterodoxo que supo seguir su conciencia frente a las ideas dominantes", calificándolo como un gran republicano, un socialista humanista "que intentó liberar la conciencia de los navarros por encima del poder instaurado", pero sobre todo como un gran hombre que no menospreciaba ninguna de las ideas. La etapa de médico y concejal en Alsasua, el mandato en la Diputación, la guerra ya en Euskadi, el exilio del médico de Río Pico en la Patagonia, el liderazgo del exilio navarro durante la larga noche del franquismo... Foto de familia, --con María Teresa desplegando simpatía, sentido del humor y pose cinematográfico-- y libro para recuperar parte de nuestra memoria colectiva y una insigne figura del socialismo y de Navarra.

El segundo tuvo lugar también el año pasado, el 24 de abril, en Alsasua. Con motivo del aniversario del nombramiento como presidente de la Diputación Foral. Fue un buen momento, por supuesto con María Teresa Salinas delante, para disertar sobre Navarra y socialismo. Lo cierto es que Constantino Salinas fue ejemplo del minoritario pero imprescindible grupo navarro que abrazo el liberalismo y la democracia a principios del siglo XX, evolucionando de ese "liberalismo para la democracia" al "socialismo democrático". Entonces, y por supuesto ahora, la defensa de Navarra no es monopolio ni competencia exclusiva de la derecha. Es más, desde la izquierda se defienden mejor los intereses de nuestra tierra porque defendemos los intereses generales de los ciudadanos de esta tierra, y no sólo los de algunos. Nos acompañó Jaime Lissavetzky, recién nombrado secretario de Estado. Este entrañable acto, con indudable fondo político conceptual, fue la última vez que hablé con nuestra protagonista.

En fin. De los hijos de Salinas, fue María Teresa la última en dejar este mundo, y junto al pesar por la perdida de una persona excepcionalmente buena, tengo la inquietante sensación de que la actual sociedad sigue teniendo una importante deuda de reconocimiento con tantas personas que tanto trabajaron y lucharon por cambiar y mejorar las condiciones de vida. Aquí y ahora, sigue faltando saldar esa deuda con parte de nuestro pasado. Fueron muchos los republicanos perseguidos, asesinados y exiliados. La mayoría anónimos ciudadanos, otros, como Constantino Salinas, relevantes gobernantes. Unos y otros, todos ignorados y jamás reconocidos. Hay muchas fotos en la galería de presidentes del Palacio de Navarra, pero no está la de Salinas. <
Alguien pensará que son historias del pasado. De ningún modo. Hay un proverbio chino que dice: "Sólo si sabemos de donde venimos, sabemos a donde vamos". Y además, tengo la seguridad de que a María Teresa le habrá gustado.

(*) ex secretario general del Partido Socialista de Navarra-PSOE

*Fuente : euskalkultura.com, 27 de mayo de 2005