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La memoria histórica

ANXO GUERREIRO

ESTA MISMA semana todos los medios de comunicación informaban de un acontecimiento político tan relevante como sorprendente: centenares de ex presos políticos marroquíes, a través de la televisión pública y en hora de máxima audiencia, denunciaban ante su país la despiadada represión política -asesinatos, torturas, secuestros y encarcelamientos- que los ciudadanos de nuestro vecino del sur sufrieron entre 1956-año de la independencia con Mohamed V-y la muerte de Hassan II en 1999.
El juicio histórico, y no de otra forma puede calificarse, que se ha puesto en marcha en Marruecos está dirigido por la Instancia para la Equidad y la Reconciliación -institución creada por el actual monarca Mohamed VI- cuyo cometido esencial consiste en restablecer la verdad histórica y resarcir a las víctimas, pasos imprescindibles tanto para garantizar la transición política como para asentar una verdadera reconciliación en el país magrebí. Procesos similares, aunque ciertamente en condiciones políticas bien diferentes, se están produciendo en Argentina, Chile o Sudáfrica y, desde luego, se han realizado con todo rigor en Alemania e Italia tras la segunda guerra mundial.
¿Por qué en Marruecos, ¡en Marruecos!, se puede conocer la verdad histórica y semejante cosa no es posible todavía en España? ¿Por qué y en beneficio de quién se sigue falseando nuestra historia reciente, ocultándole la verdad a las nuevas generaciones de españoles? ¿En nombre de qué debemos seguir asistiendo a la obscena exhibición de relativismo moral que pretende equiparar -como ha sucedido el 12 de octubre de este mismo año- a los republicanos españoles que liberaron París de los nazis con la División Azul que luchó bajo las odiosas banderas de Hitler?
Recuperar la memoria y establecer la verdad histórica no significa sólo saldar la deuda contraída con los luchadores antifascistas españoles, hoy injustamente olvidados y marginados en nuestro país, sino que es una exigencia política de primer orden para configurar el futuro democrático de España. Es además una necesidad urgente si se considera que un sector de la derecha española no satisfecho con la amnesia edita y difunde profusamente determinados libelos -alguno de ellos libro de cabecera del ex presidente Aznar- en los cuales se presenta a la dictadura como un simple régimen autoritario-paternalista y se imputa a los republicanos -especialmente a la izquierda- la responsabilidad de la terrible tragedia que asoló España a finales de los años 30.
Resulta asimismo imprescindible desmontar, desde el rigor histórico, las afirmaciones de ciertos sectores del nacionalismo -afortunadamente no del gallego- según las cuales la guerra civil fue una victoria de España sobre Cataluña y el País Vasco. Sin embargo, ni ayer la República ni hoy el sistema democrático basado en la Constitución del 78 atentaron nunca contra la personalidad política y cultural de Cataluña, Euskadi o Galicia. Esa grave imputación puede y debe realizarse contra la dictadura pero en ningún caso contra la España democrática.
Existen, pues, sobradas razones para la recuperación de la memoria histórica . No se puede entender el presente ignorando el pasado. Por eso la historia no ha sido nunca un tema menor o carente de interés. Muy al contrario, no sólo conforma activa y poderosamente el presente, sino también el futuro.

*Fuente : lavozdegalicia.es. 24 de Diciembre de 2004