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Republicanos ¿POR QUÉ?

Antonio Criado Barbero

Cuando tenía yo seis o siete añitos, recuerdo como esa palabra mágica me producía curiosidad, sí, era curioso para mí ver como mi abuela, mi madre, vecinos, conocidos, y alguna que otra persona mayor, cuando esta palabra se pronunciaba en la casa me decían “niño corre a ...” yo a las dos o tres veces de escuchar aquello entendí que allí se hablaba de cosas interesante de mayores. Y a mi eso me ponía y como bien podía metía la oreja y me las apañaba para empaparme de todo.

Entonces no entendía una papa de lo que decían y sobre todo no entendía el que temiesen tanto el ser escuchados en aquellas charlas, y no entendía el porque para contar esas cosas se tienen que esconder, “pues valla tontería”, ahora a los cincuenta años de aquellas escuchas ilegales, cuando ya no están ni mi abuela, ni mi madre, ni aquellos vecinos y amigos, recuerdo con emoción aquellas charlas que para mi hoy tienen un valor incalculable, y por tanto pongo en pie una y otra vez dando gracias a su compromiso y generosidad.

Eran personas sin formación académica: agricultores, campesinos, braceros andaluces, la mayoría sin saber leer ni escribir; pero con cuanto cariño hablaban de la república, con cuanta complicidad recordaban medidas cercanas a ellos, la educación que les robaron, la relación en el trabajo, las libertades que traían. No encontraba la palabra exacta para catalogar a estas personas, hasta hace días encontré que eran gentes preñadas de futuro y de libertad.

Eso es exactamente lo que me supone la palabra república y así la defiendo, lo tengo claro, la república de izquierdas, es exactamente el futuro, lo nuevo, la forma más igualitaria de gestionar, más cercana al pueblo, a los ciudadanos, es la utopía realizable, el sueño cercenado por el liberalismo económico mundial.

Esa es la diferencia de como se entiende en el medio rural la diferencia entre aquella ilusión colectiva de principios de los años treinta y lo que de aquello quedó, en los difíciles años cuarenta y cincuenta en los pequeños pueblos y ámbitos rurales, y la cultura de “nuevos ricos” que se ha implantado en estos lugares, potenciada o auspiciada por ideales vacíos de la nueva cultura global.

Creo que esa es la memoria que hay que recuperar, el valor humano, el valor colectivo, la ilusión del devenir, el respeto a esos ciudadanos preñados de futuro que se adelantan a su época, sin que por ello sean tildados de locos radicales, la educación como el valor máximo, la libre elección de vivir en la libertad con igualdad entre pueblos. Y para ello se ha de recuperar la memoria, dignificando a dos figuras clave en aquel ideal de pueblos y gentes: los Maestros de Escuelas Rurales y los Zapateros Remendones, instalados en los cuchitriles de las casas de vecinos, se puede comprobar como el franquismo se cebó especialmente con ambos gremios, sobre todo con el gremio de los maestros a los que mató con los fusiles pero también con hambre y deshonor.

Sólo es preciso para defender esos ideales que supusieron la venida de la república, repasar los logros conseguidos en sólo unos años de vida, en la educación, la escuela de Ferrer Guardia, la política social, los derechos en el trabajo y relaciones laborales, aun hoy no superado, el papel relevante de los mayores, la protección y derecho de los menores, etc...

Esos datos están ahí al alcance del que los quiera usar, con ellos podemos asegurar y defender de manera clara que la república, no es el pasado arcaico, y sí aquello que a mi abuela le hacía brillar sus ojillos cada vez que la nombraba, ¡¡ República!!, Dignidad de personas, ilusión de futuro, herramienta para construir un mundo en paz, armonía, y sobre todo, libertad en igualdad.

Mi pequeño homenaje con cariño a los ciudadanos de aquella república mutilada, que supieron aguantar el hambre del estomago y del corazón, guardando los sentimientos y la ilusión de aquellos pocos meses vividos en república, para trasmitirlo a los que tuvimos la dicha y suerte de escucharlo de sus bocas.

*Fuente: INICIATIVA SOCIALISTA DE IZQUIERDAS-ISA, 12 de noviembre de 2005