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Teruel recupera a Víctor Pruneda

[Conferencia pronunciada por José Ramón Villanueva Herrero en el Instituto de Educación Secundaria de la ciudad de Teruel el 5 de abril de 2004 con motivo de la inauguración de la calle dedicada al político republicano Víctor Santos Pruneda Soriano (Ferrol, 1809 - Teruel, 1882)]

 

INTRODUCCIÓN.

 

En la ciudad de Teruel, un 6 de febrero de 1908, una anciana, llamada Escolástica Anadón Cascante, moría, sóla y sumida en la más absoluta miseria,en una humilde vivienda de la calle de Santa María. Fueron sus vecinos los que descubrieron el cadáver. Entre sus escasas pertenencias, se encontraban unos diarios manuscritos de su amado esposo, el político republicano Víctor Pruneda, que había fallecido 26 años antes.

Escolástica era la segunda esposa de Pruneda, con quien se había casado en noviembre de 1879, tras haber mantenido un amor apasionado durante casi 30 años. Esta boda tuvo lugar a los 6 meses del fallecimiento de Teresa, la primera y casi desconocida esposa de Pruneda. Tenía entonces Pruneda 70 años, Escolástica, 20 menos. La fidelidad de Escolástica a la memoria de su esposo, sin ella saberlo, fue decisiva para que hoy, casi un siglo después, recuperemos, de forma definitiva, la memoria histórica del más importante, honesto y coherente político turolense del siglo XIX.

Pero hasta llegar al momento presente, el camino ha sido largo, duro y difícil. Así, un año después de la muerte de Escolástica, en el verano de 1909, los escritos de Pruneda (136 cuadernillos manuscritos, alrededor de 4.500 páginas tamaño cuartilla) llegaron, como legado testamentario, a la Biblioteca del Claustro de Profesores del Instituto Provincial por medio del abogado republicano Mariano Muñoz Nougués. De este legado, se pierde la pista hasta que, por puro azar, aparecen en el archivo del IES "Ibáñez Martín" en la primavera de 1998. Posteriormente, bajo el impulso de Fernando Herrero Buj, su entonces director, los profesores Antonio Losantos y Alicia González, realizaron un inventario de dicho fondo documental y, posteriormente, el 17 de junio de 1998, se constituyó el Fondo Víctor Pruneda. En marzo de 1999, se me encargó por parte de este centro educativo la elaboración de una biografía sobre Pruneda en base a la documentación allí depositada. Consecuentemente, dicho objetivo culminó en el año 2001 con la publicación del libro titulado Víctor Pruneda, una pasión republicana en tierras turolenses , el cual fue coeditado además de por el propio IES "Ibáñez Martín", por el Rolde de Estudios Aragoneses, Ibercaja, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Teruel y el Instituto de Estudios Turolenses.

No obstante, quedaba pendiente recuperar su nombre en la toponimia urbana turolense. Recordemos que, durante un tiempo, la Ronda de Ambeles de esta ciudad, se llamó Ronda de Victor Pruneda. La situación resultaba no sólo injusta sino incomprensible pues, frente al flagrante olvido hacia Pruneda, el callejero turolense mantenía los nombres de otros republicanos locales, algunos de ellos discípulos políticos de Pruneda, cual era el caso de: Mariano Muñoz Nougués, Domingo Gascón, Tomás Nogués o Joaquín Arnau.

Tras muchos años de injusto olvido, recobrada la legalidad democrática, se inició una lenta labor de recuperación de la figura del insigne republicano. En esta línea laboraron Carlos Hernández, Eloy Fernández Clemente, José María de Jaime Lorén y José de Jaime Gómez, así como algunos trabajos del que les habla, quien, ya desde mis tiempos de estudiante universitario, sintió una profunda fascinación por la figura de Pruneda.

Publicada en 2001 la referida biografía prunedista, se volvió a plantear la necesidad de dedicar una calle en Teruel al insigne político. Esta demanda, ya apuntada en primer lugar hace años por Carlos Hernández, volvía a ponerse de candente actualidad. De igual modo, en mi libro sobre Pruneda (p. 23), ya se apuntaba la deuda moral que, el Ayuntamiento de Teruel, tenía para con quien fue, entre otras muchas cosas, 3 veces alcalde de la ciudad, el primero elegido por el sufragio universal de sus convecinos. Esta petición, fue impulsada igualmente por el IES "Ibáñez Martín".

Por todo lo dicho, una vez aprobada dicha propuesta por el Ayuntamiento de Teruel, se salda una deuda moral, se dignifica una figura política excepcional y, con ello, no sólo se honra a Pruneda, sino a la historia de la ciudad de Teruel, que siempre llevó en su corazón, y a la que amó apasionadamente, al igual que a la libertad, la República y... a Escolástica.

De todo ello tenemos probadas pruebas a lo largo del relato biográfico en el cual nos adentraremos a continuación. Su vida, reconstruída a partir de sus Diarios manuscritos, es la de un hombre de acción, una vida agitada e intensa, coherente y honesta a un tiempo. Una vida que se convierte en un documento vivo, palpitante, de lo que fue la historia de Teruel durante el siglo XIX. Recorrer su fascinante biografía, no es sino un pretexto para acercarnos a esta parte, absolutamente apasionante de nuestra historia.

Y a ello vamos.

 

LA LLEGADA DE UN JOVEN GALLEGO A TIERRAS DE TERUEL.

 

Víctor Santos Pruneda Soriano nació el 1 de noviembre de 1809 en El Ferrol. Era hijo del teniente de navío Francisco Pruneda, el cual había participado en la batalla de Trafalgar. Pronto quedó huérfano y, con sólo 12 años, abandonó su localidad natal: tras malvivir en Lugo y Madrid, decide emigrar a América con intención de buscar fortuna. Camino de Valencia donde pensaba embarcar, al pasar por el valle del Jiloca, el azar quiso que se le ofreciese trabajo como maestro y secretario municipal en el municipio turolense de El Poyo del Cid. Estamos en 1828: Pruneda tenía 19 años.

En El Poyo del Cid se casó al poco con Teresa Martín y, dos años más tarde, nacía su hijo Pedro que, aunque fallecido tempranamente, llegó a tener cierto prestigio como escritor y periodista republicano. De Teresa, poco sabemos: Pruneda apenas alude a ella en sus Diarios .

Pronto destacó Pruneda como ardoroso liberal en la comarca del Jiloca. Ello hizo que, durante la I Guerra Carlista, interviniese en diversos choques armados. En uno de ellos, ocurrido en Lidón en 1834, como él mismo señala, "estuve a pique de ser fusilado por el cabecilla Carnicer" . Tras este incidente, que pudo serle fatal, en 1835, fijó su residencia, ya para siempre, en la ciudad de Teruel. Al poco de llegar, se enroló en la Milicia Nacional, desde donde continuó luchando contra las facciones carlistas.

Simultáneamente, Pruneda se ha ido convirtiendo en el más activo dirigente provincial del ala izquierda del Partido Progresista: tenía entonces 29 años. Por esta razón, a partir de este momento, encontraremos a Pruneda en la vanguardia de todas las intentonas armadas que se llevaron a cabo en Teruel con objeto de lograr una mayor liberalización del marco político imperante. Los ejemplos serán numerosos.

En consecuencia, el joven gallego, tras liderar el 23 de septiembre de 1840 la insurrección de Teruel contra la reina-gobernadora Mª Cristina de Nápoles, se hizo con el control de la capital, al frente de la Milicia Nacional, en la que tenía el rango de capitán.

Triunfante la revolución de 1840, la actuación posterior del Partido Progresista decepcionó a Pruneda, que confiaba en lograr cambios políticos más profundos. Tras dimitir como miembro de la Junta Revolucionaria, abandona el Partido Progresista, entonces en el poder, y evoluciona hacia el republicanismo. De este modo, a partir de octubre de 1840, se fue nucleando en torno a Pruneda un nuevo grupo político, situado a la izquierda de todos los entonces existentes en Teruel y que, inicialmente fue conocido como "Los Jóvenes Demócratas".

El grupo prunedista, al que unos llamaban "demócrata puro" y otros simplemente "republicano", empezó a defender un nuevo ideario basado en: la supresión del Trono pasando sus atribuciones a una Junta Central, la reducción del presupuesto estatal, abolición de las quintas, juicio por jurado, instrucción pública universal, gratuita y obligatoria, reconocimiento pleno de las libertades cívicas (imprenta, religiosa, reunión, asociación) y reparto entre los jornaleros de las tierras del Estado.

Con este programa, Pruneda se presentó a las elecciones de febrero de 1841 en la provincia de Teruel al frente de la denominada Candidatura Democrática. Desde ella arremete tanto contra la política del Partido Moderado como del Progresista puesto que ambos, para saciar sus ambiciones de poder, olvidan, siempre olvidan "el estado miserable en que se hallan sumidas las clases trabajadoras" . Aunque la victoria fue para las listas gubernamentales, que recurrieron a todo tipo de arbitrariedades y presiones, los jóvenes demócratas obtuvieron un 20,89 % de los sufragios: un comienzo esperanzador en una provincia que, por aquel entonces, contaba con un censo de 6.027 electores, de los cuales votaron 3.575 turolenses.

A partir de entonces, Pruneda se va a convertir en un auténtico símbolo de la vanguardia del naciente republicanismo español que, desde 1840, empezaba a dar signos de actividad. De este modo, Pruneda y Teruel van a tener el honor de figurar de forma destacada en el origen del movimiento republicano federal hispano. Pruneda colocó en el mapa político español de la época a la casi siempre olvidada ciudad de Teruel.

Mientras esto ocurría, la actividad de Pruneda era incesante: difunde el ideario republicano por la provincia, funda el Gabinete de Lectura Pública de Teruel (1841), publica hojas volanderas en defensa de la libertad de imprenta, lo cual le supuso su primer encarcelamiento por causas políticas.

 

EL CENTINELA DE ARAGÓN

 

Poco después, Pruneda empezó a publicar en Teruel El Centinela de Aragón : la importancia de este periódico supera ampliamente los límites provinciales y aún los propiamente aragoneses, pues le cabe el honor de haber sido el tercer órgano de prensa en orden de aparición por lo que a la prensa republicana española se refiere, inmediatamente después de los títulos madrileños La Revolución y El Huracán . En consecuencia, El Centinela , cuyo primer número lleva fecha del 1 de diciembre de 1841, fue el primer periódico republicano-federal que vió la luz en Aragón, pudiendo ser considerado, además, como una de las más interesantes publicaciones aparecidas en el s. XIX en nuestra región. Un dato corrobora perfectamente esta idea: en septiembre de 1870, 29 años después de la aparición de El Centinela en Teruel, Pruneda envió unos ejemplares del mismo a un amigo "para convencer a algunos de Madrid que niegan que en 1841 se hablase ya de República" .

Bajo el triple lema de "Soberanía del Pueblo. Economías. Reformas" , El Centinela se situaba en posiciones claramente democráticas y republicanas. De este modo, e insistimos en ello, el periódico prunedista fue uno de los iniciadores en España del movimiento republicano de tendencia federalista, adelantándose en más de una década a las formulaciones que, en esta misma línea, expuso Pi y Margall. En este sentido digamos que la República que Pruneda defendía desde las páginas de El Centinela era sinónimo de igualdad de derechos democráticos para todos los ciudadanos, empezando por el de sufragio universal, así como la máxima descentralización de los poderes públicos y una sociedad secularizada. Con todo ello, según Pruneda, se iniciaría un auténtica regeneración nacional, la cual pasaba con el hermanamiento con Portugal en una nueva República Federal Ibérica.

Pruneda y El Centinela fueron permanentemente acosados por las autoridades esparteristas. Pero ello no arredró Pruneda, el cual, tras la supresión temporal del mítico periódico republicano, dejó escrito:

"Por cuantos medios estén a nuestro alcance procuraremos llenar los requisitos legales para publicar nuevamente El Centinela de Aragón. Agotaremos nuestros recursos; pondremos en almoneda nuestros muebles, nuestros libros y vestidos; venderemos hasta la última camisa, para que nuestros enemigos llamarnos puedan con toda propiedad Los Descamisados" .

Finalmente, pese a la perseverancia de Pruneda, éste fue detenido acusado de "conspiración" y El Centinela cesó de publicarse a principios de 1843.

 

NUEVOS COMBATES POR LA LIBERTAD

 

Acto seguido, Pruneda fue condenado en enero de 1843 a ser desterrado por 3 años a las "islas adyacentes" (sus enemigos quisieron deportarlo a Puerto Rico). Pero un golpe de azar lo evitó: antes de que se dictase la sentencia, se produjo un pronunciamiento armado que puso fin a la Regencia de Espartero. De este modo, Pruneda, como comandante de la Milicia Nacional turolense, consiguió que ésta se sumase en bloque al levantamiento antiesparterista ocurrido en Teruel el 11 de junio de 1843.

Al triunfar la sublevación, Pruneda formó parte de la Junta Superior de Gobierno Popular constituída con tal motivo. Dentro de esta Junta revolucionaria, desempeñó un activo papel en la defensa de la ciudad de Teruel con motivo del bombardeo al que fue sometida la capital el 20 de junio por las tropas esparteristas. Este hecho tuvo sus consecuencias pues, posteriormente, el Gobierno concedió a nuestro republicano la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica (que rechazó). Además, parece ser que gracias a Pruneda, le fue concedida a la ciudad de Teruel el título de "Muy Noble" y el tratamiento de "Excelentísimo" a su Ayuntamiento . Igualmente, se incluyó un cuartel nuevo en el escudo turolense en recuerdo del referido hecho de armas.

Cuando poco después Narváez tomó el poder con mano de hierro y bayoneta calada, los republicanos, ante la nueva dictadura en ciernes, esta vez bajo el mando del Partido Moderado, fueron ilegalizados. Según algunos testimonios, el mismo Narváez, camino de Madrid, parece ser que quiso fusilar a Pruneda en Cedrillas.

Tras unos meses de clandestinidad, en septiembre de 1843, Pruneda se lanza a otro levantamiento armado, ésta vez contra el nuevo gobierno de Narváez. Es por ello que, el 23 de septiembre de 1843, la Milicia Nacional, comandada por Pruneda, se une a la sublevación que, por aquellas fechas, ya se había extendido por toda España. Pero, sofocada la insurrección, se inició un período político conocido como la "Década Moderada" (1844-1854), el cual supuso para los republicanos, y de forma especial para Pruneda, una etapa de dura represión gubernamental. Las nuevas autoridades, fieles a Narváez, al igual que ya hicieron los esparteristas, consideraban que el entusiasmo revolucionario y las convicciones republicanas de Pruneda, suponían una seria amenaza para el orden político establecido y, por ello, recurrieron a todos los medios posibles para anular al joven político. Así, el 12 de febrero de 1844, Pruneda es encarcelado nuevamente en Teruel acusado de "conspiración contra el gobierno" . En la prisión turolense permaneció por espacio de 13 meses, siendo finalmente condenado a la pena de 6 años de confinamiento en Canarias.

Después de haber permanecido 396 días preso en Teruel, el 22 de marzo de 1845, a sus 36 años, partía Pruneda para su destierro.

 

DESTERRADO EN CANARIAS

 

Tras un largo y accidentado viaje con destino a las islas Canarias, se estableció en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Allí sufre momentos de profunda soledad, lejos de su tierra de adopción, lejos de sus seres queridos, y siempre pasando penurias económicas. Desde la lejanía del destierro, deja frecuentes testimonios en sus Diarios de su añoranza por su querida ciudad de Teruel. Así, el 22 de marzo de 1846 escribe:

"Hoy hace un año que salí de Teruel acompañado de mis amigos. Profunda sensación afligió mi corazón al dejar a mi familia y a mis caras afecciones. Esta idea agitó mi mente de continuo durante mi viaje, y, desde mi llegada a Tenerife, no se pasa día sin que deje de dirigir mi pensamiento a la ciudad querida que encierra en su seno las prendas más gratas de mi corazón " .

Desde el destierro se preocupa por su familia, especialmente por su hijo Pedro, que ya tenía 16 años y al que en numerosas cartas le insta a que no abandone bajo ningún concepto sus estudios en el recientemente creado Instituto Provincial de Teruel, antecedente del actual I.E.S. "Ibáñez Martín" y de cuya primera promoción formó parte.

Pruneda permaneció en Canarias hasta que, como consecuencia de la boda de Isabel II, se concedió una amnistía a todos los condenados por delitos políticos. Tras una travesía larga y accidentada de 18 días en la que, además de un riesgo cierto de naufragio, el hijo del marino que combatió en Trafalgar, dejó constancia de sus nulas cualidades nauticas: el luchador Pruneda, se marea constantemente, el retorno en el barco se le hace insufrible, peor que los padecimientos de las cárceles o los destierros. Finalmente, en marzo de 1847, Pruneda llegó a Teruel, en donde fue objeto de un entusiasta recibimiento por parte de sus numerosos partidarios: habían pasado 2 años y 6 días desde su triste salida camino del destierro.

 

COMBATIENDO DE NUEVO AL PARTIDO MODERADO. NUEVOS DESTIERROS.

 

Tras su regreso, tuvo Pruneda constantes enfrentamientos con Ramón Membrado, Jefe Político de la provincia, cargo equivalente a los antiguos gobernadores civiles, y principal dirigente turolense del Partido Moderado. Un ejemplo: a los 10 días de la llegada de Pruneda de su destierro canario, nuestro republicano ya solicitó públicamente la destitución del "reaccionario" Membrado. Por su parte, éste pretendía desterrarlo de nuevo, (tal vez a su Galicia natal ó, como cerca, a Logroño), razón por la cual Pruneda, con su habitual estoicismo, anota en sus Diarios : "si les parece que me han hecho sufrir poco aún, pueden principiar a perseguirme de nuevo" .

Mientras tanto, Pruneda y su familia pasan estrecheces y penurias. Se ve obligado a dar clases particulares y, en abril de 1847, empieza a "dar la lección" a Escolástica, una joven de 18 años, Escolástica, hija de su amigo, también republicano, Nazario Anadón. Escolástica fue el gran amor de su vida, su amante durante muchos años, hasta que en 1879, 32 años después, se convirtió en su segunda esposa. Fue una historia de amor apasionada, como todo lo era todo en la vida de nuestro republicano.

Además de las clases a Escolástica, trabaja como contable en las obras de la carretera Molina-Teruel-Valencia y, consecuencia de ello, hace amistad con el responsable de la misma, el más tarde famoso ingeniero Ildefonso Cerdá. Igualmente, escribe Pruneda un libro titulado Viaje a las islas Canarias (1848), en donde relata sus recuerdos y vivencias durante su confinamiento en Tenerife. Aficionado al teatro, colabora también activamente con el Liceo de Teruel: toda una faceta desconocida en la vida del republicano Pruneda.

Pero volvamos a la política. Para neutralizar a Pruneda, Membrado quiso comprarlo: le propone que, a cambio de integrarse en el Partido Moderado, lo nombraría su secretario personal con un sustancioso sueldo. Pruneda, a pesar de sus muchas apreturas económicas, rechazó altanero la envenenada oferta ("yo no vendo nunca mis convicciones por oro ni por destino") . Una anécdota: en las mismas fechas en que Membrado quiso comprar a Pruneda, éste había anotado en sus Diarios que, "como no había un cuarto en casa, mandé vender el baúl de cuero" , el cual, curiosamente, se lo compró el Conde de La Florida por 120 reales. Pruneda siguió siendo pobre....y republicano.

Pero Membrado, que no pudo comprar a Pruneda, se la guardaba. Con el pretexto de una hipotética implicación de nuestro personaje en el movimiento revolucionario que, en 1848 se extendió por España y el resto de Europa, Pruneda es detenido en la madrugada del 20 de mayo junto con otros 13 republicanos. A las pocas horas, se les traslada confinados a diversos pueblos de la provincia. En el caso concreto de Pruneda, éste fue desterrado sucesivamente a Morella, La Cerollera y el Poyo del Cid. La precariedad de Pruneda a la hora de partir a este nuevo destierro queda clara en sus Diarios:

" yo me encontraba sin un cuarto en el bolsillo, ni en mi casa. Montesinos me dio 2 monedas de las 4 que llevaba. Mandé corriendo a casa por dos camisas y un pantalón" .

Además de lo dicho, su familia también quedaba desamparada: 30 días antes había nacido su hija Emilia.

Al igual que le ocurrió en Canarias, en medio de constantes penurias, sufrimientos y nostalgias, Pruneda sobrelleva como puede sus destierros en Morella y La Cerollera, zona de mayoría carlista, en las que el republicano padeció de forma especial el aislamiento y la soledad en un entorno tan hostil a sus ideas. Sólo anhela recibir cartas de su amada Escolástica, recuerda cómo ésta se quedó llorando desconsolada cuando Pruneda fue desterrado de su querida ciudad, de su querida alumna. En La Cerollera, su vida corre serio peligro, pues se halla a merced de las partidas carlistas sublevadas en el verano de 1848 (los "matinés" ), pasa un hambre atroz, llega incluso a pensar en quitarse la vida, pero desiste de esta idea "considerando por otra parte que el suicidio es un atentado espantoso contra la providencia y que no debo suicidarme por inanición sino conservar la vida hasta que a los matinés les plazca quitármela" . Aunque diversas partidas carlistas entraron en La Cerollera, éstas trataron con respeto a aquel solitario republicano desterrado, cuya vida. Por el contrario, le ocurrió un incidente desagradable con un grupo de militares gubernamentales que, en persecución de los carlistas, llegaron a La Cerollera. Uno de ellos llegó a increpar al republicano diciéndole: "tengo ganas de fusilar a todos los matinés, y a esos ladrones que pasean, ese, ese de la barba [Pruneda] es lo más malo que se conoce: a la edad de doce años, ya escribía" . Como vemos, siempre resultó peligrosa actividad eso de pensar y de escribir...en tiempos de represión y dictadura.

Mejor suerte tuvo en El Poyo del Cid, población por la que siempre sintió profundo afecto y que, 20 años después de su llegada a ella, la recordaba como el lugar donde "fuera recogido de la desgracia" . Con especial orgullo anota cómo la numerosa parentela de Teresa, su mujer, lo querían hasta el punto de que "me miraban hasta con veneración".

Finalmente, el 1 de marzo de 1849, tras 285 días de confinamiento, Pruneda, sin esperar la aplicación del decreto de amnistía, decide regresar a su querida ciudad de Teruel.

 

UNOS AÑOS DE RETRAIMIENTO POLÍTICO (1849-1854).

 

Nuevamente, Pruneda vuelve a estar "apuradísimo de recursos" , da clases particulares, monta su propia Agencia de Negocios, se asocia con Anselmo Zarzoso en su imprenta de Teruel, colabora en el Diccionario de Madoz y en diversos periódicos y, también, denuncia los escandalosos casos de corrupción cometidos por los seguidores de Narváez en la provincia.

Su compromiso político le llevó a fundar el Partido Democrático en Teruel, primera fuerza política estable de que dispusieron los republicanos. Era 1849. Poco después, en 1851, constituye el Círculo Democrático y mantiene intensa relación epistolar con destacados políticos republicanos como Sixto Cámara, Estanislao Figueras, Fernando Garrido y, sobre todo, José María Orense, con quien no sólo compartió ideales, sino también un exilio en Francia. Además, aún tuvo tiempo de fundar dos periódicos turolenses inéditos: El Avisador (1851) y El Teruelano (1851-1854).

 

VUELVE ESPARTERO: EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)

 

El 18 de julio de 1854, se produjo un pronunciamiento en la ciudad de Teruel encabezado por Pruneda. De este modo, nuestro republicano volvió a jugar un papel decisivo para que la capital provincial secundase la sublevación, siendo nombrado posteriormente Presidente de la Junta Revolucionaria constituída al efecto. Con la revolución de julio, los progresistas, apoyados por los demócratas, volvían al poder: se iniciaba el Bienio Progresista.

Poco después, fue elegido alcalde de Teruel. Mucha satisfacción debió sentir Pruneda quien, tras sufrir destierros y cárceles, era ahora elevado, gracias al voto de sus conciudadanos, a la mayor instancia política de la ciudad de Teruel. Su labor fue incesante, sobre todo durante la epidemia de cólera de 1855, "no descansando ni de noche ni de día" , lo que hizo que fuese propuesto al Gobierno para la concesión de la Cruz de Comendador de Carlos III.

Con la llegada al poder de O'Donnell y el giro autoritario que ello supuso, progresistas y demócratas se aprestaron para iniciar una nueva insurrección. De este modo, Pruneda encabezó en Teruel el levantamiento anti-o'donnellista de otro 18 de julio, esta vez de 1856, respaldado de forma unánime por el Ayuntamiento y la Milicia Nacional, y se hizo con el poder en la capital. Pruneda vuelve a ser elegido por unanimidad Presidente de la Junta de Gobierno de Teruel, desde cuyo cargo lanza encendidas arengas en las que, junto a la oposición al nuevo militar gobernante, y demanda la convocatoria de Cortes Constituyentes como único poder legítimo y soberano en España.

Mientras esto ocurre, las tropas fieles a O'Donnell bloquean Teruel y el ambiente se enrarece entre los sitiados. Los aliados progresistas de Pruneda sólo piensan en transigir con los sitiadores, en rendir la ciudad rebelde. Pruneda se queda en minoría, la rebelión se desmorona y la milicia abandona sus posiciones defensivas. Solamente un oficial se negó a dejar su puesto en la defensa de la puerta del Salvador: era Francisco Perruca, republicano y fiel amigo de Pruneda, con quien compartió varios destierros. Al mismo tiempo, Pruneda es traicionado por algunos miembros del Partido Progresista componentes de la Junta Revolucionaria que, negociando en secreto con las tropas o'donnellistas, habían pactado entregarlo como cabeza de turco a cambio de garantizarse para ellos mismos la inmunidad. Pruneda descubre estas maquinaciones y, ante el riesgo cierto de ser asesinado, y considerando "un absurdo el transigir y vergonzoso el rendirse", decide abandonar la ciudad.

 

TIEMPO DE EXILIOS Y DESTIERROS.

 

El 28 de julio, acompañado de 10 de sus más fieles colaboradores, huye de Teruel: tenían 8 armas y 5 caballos. Tomando muchas precauciones, consiguen llegar a Zaragoza pero, ante la inminente rendición de la capital de Aragón, y conocedores del deseo del general Dulce de fusilar a Pruneda, deciden huir a Francia.

Tras numerosas peripecias, cruzan la frontera por El Portalet y se establecen en Louvie-Juzon, pequeño pueblo del valle de Ossau que, según Pruneda, tenía 140 vecinos y 6000 vacas. Allí permanecieron hasta el mes de octubre. De Francia, admira los valores cívicos conquistados en la revolución de 1789, esto es, los que sirven de base a una sociedad laica, tolerante, culta y próspera. Desde estas tierras pirenaicas, como ya le ocurrió en Canarias, recuerda con profunda nostalgia a su querida ciudad de Teruel a la que alude como

"una población para mí tan querida, una población donde resido hace veinte y dos años, y por la cual me sacrificaría siempre, una población donde tengo mi familia, mis amigos y mis más caras afecciones, una población a la que estoy unido por los suspiros del alma, del corazón" .

Cuando en octubre regrese a España, las autoridades militares de Zaragoza le notifican que, a excepción de la ciudad de Teruel, "podía fijar su residencia donde le acomodase" . Por esta razón, Pruneda se estableció temporalmente en Híjar. Pero poco tiempo debió de permanecer en la población bajoaragonesa puesto que, en los primeros días de 1857, ya estaba de nuevo en su añorado Teruel. Pero allí le esperaban nuevos sinsabores, nuevos destierros.

El 5 de enero de 1857, durante la noche de Reyes, fue arrestado junto con otros 7 republicanos, entre ellos, Francisco Perruca. Posteriormente, maniatados como vulgares delincuentes, fueron conducidos a un nuevo destierro: Ciudad Real, a donde llegaron después de caminar 14 días bajo un fuerte temporal de frío y lluvia. En esta ciudad manchega, se le notifica a Pruneda que el Gobierno pretendía desterrarlo a El Ferrol, su ciudad natal, ante lo cual éste reacciona con indignacion: había salido de allí 36 años antes y, transcurrido tanto tiempo, en Ferrol, señala, "no tengo ninguna clase de relaciones ni aún familia" . Era evidente que Pruneda ya no tenía raíces en Galicia, se había convertido a todos los efectos en un turolense más.

En Ciudad Real permaneció hasta que fue amnistiado al poco al tiempo. Sin embargo, unos meses después, y sin que sepamos el motivo, encontramos a nuestro republicano padeciendo un nuevo confinamiento (y ya era el sexto), esta vez en las poblaciones vascas de Vergara y, posteriormente, Tolosa. Al igual que le ocurrió en La Cerollera, nuevamente Pruneda era condenado a un destierro en una tierra de arraigada tradición carlista: todo un riesgo para un conocido federal. Allí permaneció hasta noviembre de este aciago año de 1857.

 

LOS AÑOS OSCUROS

 

Entre 1858 y 1868, la inexistencia de los Diarios prunedistas, hace que nos resulte escasamente conocido ese período de la historia política de nuestro personaje: es lo que hemos dado en llamar "los años oscuros". Pese a esto, sabemos que, en 1858, fundó en Teruel, junto a su hijo Pedro, El Órgano de Móstoles , periódico desde cuyas páginas reivindica públicamente su actuación como alcalde durante los años 1854-1855. Más tarde, en 1860, publica un impreso titulado Las elecciones municipales en Teruel, osea la tierra de Móstoles, desde donde critica la corrupción de los políticos isabelinos. Ello le supuso que se le incoase una causa criminal, de la cual fue defendido por dos juristas de excepción, republicanos y amigos personales de Pruneda: Francisco Pi y Margall y Estanislao Figueras. Ambos fueron, años más tarde, presidentes de la I República Española.

Pero al mismo tiempo, Pruneda conspira. Ya no era el gobierno de turno el enemigo a batir, ahora se trataba de derribar la decrépita monarquía de Isabel II para que los vientos de libertad (y de República) soplasen con fuerza como preludio de una auténtica regeneración nacional. Así pues, diversas conspiraciones se sucedieron en aquellos años y en todas tuvo participación Pruneda: tal fue el caso de los sucesos posteriores al frustrado pronunciamiento de Prim en Villarejo (enero 1866) o el intento de invasión que, desde el valle de Arán, se intentó en el verano de 1867 y que contó con el apoyo de los republicanos catalanes y aragoneses. Todas estas acciones tuvieron conexiones con el grupo prunedista turolense.

 

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO

 

Con el triunfo de La Gloriosa Revolución de Septiembre de 1868 , se produjo el destronamiento de la odiada reina Isabel II. En este sentido, Pruneda consiguió sublevar la ciudad el 29 de septiembre al grito de "¡Viva la Soberanía Nacional y expulsión de los Borbones!" . Triunfante el alzamiento, se eligió una Junta Revolucionaria, de la cual fue elegido presidente (por aclamación) Pruneda. La Junta, convertida en máximo órgano político de la provincia, publicó numerosas órdenes y decretos, fiel reflejo del espíritu revolucionario septembrino: abolición de los impuestos de consumos y portazgos, la simbólica supresión de la polícia en todo el territorio provincial, por considerarla "innecesaria" y "odiosa en un régimen de libertad y orden" , democratización de la política municipal y concesión de mayores atribuciones a los Ayuntamientos.

La Junta prunedista tampoco se olvidaba de un aspecto tan importante en una sociedad que aspira a ser libre y democrática como era el de la educación. En una provincia como Teruel que, por aquel entonces tenía un índice de analfabetismo altísismo (65,03 % en la capital, 77,58 resto provincia) , Pruneda pasa a la acción: tras afirmar que "crearía, si fuera posible, una escuela para cada familia, con el fin de que no hubiese un solo ciudadano desprovisto de la ilustración suficiente, base de la verdadera libertad" , declara obligatoria la primera enseñanza para todos los niños turolenses de entre 6 y 10 años. Consecuentemente, insta a los Ayuntamientos para que se encargasen de que "todos los niños asistan con puntualidad a las escuelas" , confiriendo, además, a las corporaciones locales capacidad para sancionar a los infractores, hasta el punto de que éstas podrían imponer "multas y otros castigos a que los padres se hagan acreedores por su indolencia" . Además de esto, la Junta prunedista inició una campaña de alfabetización de adultos y establece en Teruel una Escuela Normal para la formación de los maestros.

Pero volvamos al desarrollo de los acontecimientos políticos. Mientras, Prim y Serrano, cabezas visibles de La Gloriosa a nivel nacional, canalizan la revolución de Septiembre hacia una solución de corte monárquico. Los republicanos se sienten traicionados, Pruneda alude repetidamente a que la revolución ha sido "bastardeada" . Es por ello que intentó liderar un movimiento general de las Juntas revolucionarias de las provincias que se oponían a la política del nuevo Gobierno Provisional del general Serrano y que, frente a éste, reclamaban la formación de una Junta Central. Acto seguido, Pruneda decide pasar a la oposición frontal al Gobierno Provisional, siendo la Junta turolense, según Nicolás Estévenez, "la última que se disolvió y no sin protesta, que no en vano es Teruel una de las ciudades más liberales y más republicanas de toda la península, aunque está enclavada en una región carlista" .

La actividad política de Pruneda, aún con todo, continúa siendo frenética: vuelve a publicar El Centinela de Aragón (1 nov. 1868), al cual define con sincero orgullo como "el primero en antigüedad de cuantos actualmente defienden en España la República" . Por otra parte, el 15 de noviembre de 1868, a instancias de Pruneda, se constituyó de forma oficial el Partido Republicano Democrático Federal de Teruel. De este modo, las bases prunedistas, tras militar durante casi 20 años en el Partido Democrático, optaron de forma únánime por integrarse en el nuevo grupo político, el cual eligió como Presidente a Pruneda. Desde este mismo momento, constataremos la hegemonía política del republicanismo turolense entre las masas populares, especialmente en el caso de la capital provincial, lo cual fue una constante durante el Sexenio y buena parte de los primeros años de la Restauración alfonsina.

En este mismo año de 1868, Pruneda había fundado también en Teruel el Casino de la Libertad, punto de encuentro de los republicanos locales, que se hallaba ubicado en la Plaza del 29 de Septiembre (hoy de Francés de Aranda) .

Esta intensa actividad política le supuso el que, en las elecciones municipales de diciembre de 1868, fuese elegido, por segunda vez en su vida, Alcalde Constitucional de Teruel: venció de forma aplastante en los 8 distritos electorales en que entonces se dividía la ciudad (5 casco urbano, 3 arrabal) ya que todos los concejales electos eran republicanos federales. Esta fue la primera vez en que un alcalde de Teruel era elegido por el sufragio universal de los ciudadanos, el cual había sido establecido en España tras el triunfo de la Revolución de Septiembre.

Pruneda, al margen de su profundo amor por Teruel y sus gentes, deseaba dejar oir su voz en espacios más amplios. Por ello, participó, con la misma pasión de siempre, en las elecciones constituyentes de enero de 1869. Aunque los manejos de los partidos monárquicos en los distritos rurales le impidieron obtener el escaño por Teruel (a pesar de haber arrollado en la capital con 1327 votos frente a los 310 de sus rivales monárquicos), logró poco después el acta de diputado por Zaragoza. La firmeza y coherencia política de Pruneda era recordada por éste a los electores zaragozanos al manifestarles con orgullo cómo "preso y expatriado varias veces, perseguido siempre por los enemigos del pueblo, jamás mi ánimo ha decaído, jamás ha dejado de sostener la lucha con los tiranos, en la prensa, en la tribuna pública, o con las armas en la mano" . Toda una garantía de firmeza republicana.

Al haber sido elegido diputado, tuvo que dimitir como alcalde de Teruel. Ya en las Cortes Constituyentes, intervino recogiendo las peticiones de los vecinos de Villar del Salz, Villarroya de los Pinares, Rillo o Gea de Albarracín, así como del CRF turolense que demandaban del poder legislativo la inmediata proclamación de la República.

Pero estas demandas fueron desoídas por las Cortes Constituyentes, mayoritariamente monárquicas, que aprobaron una nueva Constitución, la de 1869, según la cual España pasaba a quedar regida por una nueva monárquía, aunque esta vez, de corte democrático. Nada pudieron hacer Pruneda y el resto de los diputados federales. Por ello, Pruneda comienza a denunciar en numerosos artículos publicados en la prensa de Teruel, Zaragoza y Madrid la pretensión de la mayoría monárquica de "imponer un rey al pueblo" .

Mientras esto escribe, algunos federales empiezan a hablar de insurrección. Los hechos se aceleran pues las bases republicanas optan por el recurso a las armas a principios de octubre de 1869.

 

LA INSURRECCIÓN FEDERAL Y SUS CONSECUENCIAS.

 

Iniciado el levantamiento contra el Gobierno de Prim, éste se extendió rápidamente por distintos puntos de España. Los diputados federales, incluído Pruneda, al tener noticia del mismo, se reúnen en casa de Castelar para ver qué decisión debía tomar el partido. La mayoría de los presentes, y de forma especial Pruneda, eran partidarios de alzarse contra el Gobierno. Así se decide y al diputado Pruneda se le encomienda la importante misión de sublevar la ciudad de Zaragoza.

Llegado a la capital de Aragón, sus compañeros, especialmente Juan Pablo Soler (exvicepresidente del Congreso), le manifiestan sus reticencias ("nada podía hacerse en Zaragoza porque había mucha guarnición, pocas armas" ). Pruneda se enfrenta a sus temerosos compañeros reprochándoles su tibieza y, acostumbrado como estaba a arriesgar su vida, les dice lleno de coraje:

"Que yo quería a mi familia tanto como ellos pudiesen querer a la suya; que amaba con delirio a Teruel y Zaragoza; pero que en los momentos supremos, cuando mediaba la suerte, el triunfo quizá de mi partido no miraba ni a la familia, ni a las desgracias que ocurrir pudiesen".

Mientras esto decía, Pedro Pruneda, su hijo, agonizaba en Madrid a sus 39 años. Pruneda, fiel a su compromiso político, tras una fugaz y última visita a Pedro, continuó con sus planes insurreccionales. El 7 de octubre se alzan los republicanos en Zaragoza y Pruneda lideró a los rebeldes en las barricadas de la Plaza de San Lorenzo hasta que la insurreción fue sofocada por las tropas gubernamentales. Posteriormente, tras varios combates y peripecias, fue detenido al considerársele "el jefe de la revolución", junto a su amigo el impresor republicano Calixto Ariño y 600 federales zaragozanos más.

Estando en prisión recibe Pruneda un nuevo golpe: se entera de una fatal noticia, "la temprana muerte de mi pobre hijo Pedro", ocurrida el 14 de octubre. El político preso era también un padre abatido. En su celda de la prisión de La Aljafería, sólo alivia su pesar la carta que, invariablemente, recibe todos los días, desde Teruel, de su amada Escolástica. Su antigua alumna desea vivir un amor sin sobresaltos, le insiste una y otra vez en que abandone la política, a lo cual Pruneda responde con rotundidad: "no podré seguir sus consejos retirándome de la política, porque yo, en la situación que ocupo en el partido republicano, no me pertenezco a mí mismo" .

Poco después, Pruneda, fue sometido a un consejo de guerra, en el que se le quiso condenar a pena de muerte o como menos, a cadena perpetua. Para evitarlo, tuvieron que intervenir Prim, Rivero y Manuel Becerra, siendo sentenciado posteriormente a 12 años de destierro en el extranjero.

 

EXILIADO EN FRANCIA (1870).

 

Después de pasar 3 meses en la prisión de La Aljafería, partía Pruneda para un forzado destierro, decidiendo fijar su residencia en Bayona: era su segundo exilio en tierras francesas.

En Bayona coincidió con otros ilustres exiliados republicanos como José María Orense y Enrique Rodríguez Solís. Eran momentos previos a la caída de Napoleón III y la efervescencia política era patente. Visita diversas localidades francesas, entre ellas Burdeos, le sorprende la grandiosidad de la alcaldía girondina y, siempre añorando su ciudad adoptiva, anota cómo "su fachada ocupa más que todo el mercado de Teruel".

En Bayona, junto con José María Orense, ejerce un liderazgo moral sobre el colectivo republicano español en el exilio. Además, nuestro protagonista continuó escribiendo numerosos artículos que se publicaron en los periódicos madrilenos La Igualdad , La República Ibérica , además del zaragozano La Revolución o del turolense Salud y Fraternidad : en todos ellos critica la deriva política del gobierno de Prim, sus traiciones al espíritu revolucionario septembrino, la represión de que estaba siendo objeto el PRDF, las pretensiones gubernamentales de restablecer la monarquía, que, según Pruneda, "intentan plantar en el suelo de España esa planta parásita, exótica, infecunda que se llama rey" .

Igualmente, Pruneda madura sus ideas federalistas tomando como modelo a los Estados Unidos y a Suiza. Rechaza las acusaciones de "separatista" con la misma pasión que defiende la utopía federal, pues, "imitando a la gran República de Norte América, deseamos ardientemente atraer a Portugal, seguir con las naciones latinas, y ver si podría llegarse no sólo a la República Europea, sino a la Universal" .

Pruneda esperaba la amnistía con la misma intensidad con que Escolástica lo reclamaba desde Teruel en sus frecuentes cartas. Tal es así que decide regresar a Teruel de forma clandestina. Tras 4 meses de exilio en Bayona, y con una condena de destierro de 12 años todavía en vigor, disfrazado y en el más estricto de los secretos, llega a su ciudad adoptiva, escondiéndose en una casa de campo en las afueras de Teruel. Sólo su propietario (Rafael Asensio) y Escolástica estaban al corriente del regreso del republicano desde Francia. Tal era el secreto que, ni su familia, ni sus allegados los sabían, suponiéndole todavía en Bayona, cuando en realidad se hallaba refugiado en la vega del Turia, en una casa en la que estuvo oculto 2 meses y medio hasta que se le concedió la amnistía. Durante todo este tiempo, siguió escribiendo artículos de prensa que hizo creer que remitía desde Bayona, cuando en realidad lo hacía desde las huertas del Turia, a la vista de las torres mudéjares turolenses.

 

¡REY NINGUNO!: CONTRA LA NUEVA MONARQUÍA DE AMADEO I

 

Tras la amnistía, recuperó Pruneda todos sus derechos políticos y, con ello, su condición de diputado, reincorporándose a las sesiones de las Cortes. Estas debían de elegir el nuevo rey y, ante esta situación, como es lógico, el rechazo de los diputados republicanos fue total. Parece ser que, a iniciativa del diputado Pruneda, los parlamentarios federales acordaron que, en el momento de la votación, cada uno de ellos escribiera en su papeleta "Rey ninguno, República Federal" . Y así fue. Era el 16 de noviembre de 1870, fecha en que las Cortes, pese a la oposición de la minoría republicana, eligieron a Amadeo I como rey de España.

Pruneda volvió a ser elegido diputado por Teruel en 1871, formó parte del nuevo Directorio Nacional Republicano presidido por Pi y Margall y, en este mismo año, fue elegido por tercera vez alcalde de Teruel. Su victoria fue aplastante: la candidatura prunedista obtuvo 14 concejales de los 16 que componían entonces el consistorio turolense. Durante su mandato, se impulsó la construcción del actual edificio del Ayuntamiento, del cual tomó posesión la corporación local el 16 de febrero de 1873, coincidiendo con los actos de proclamación oficial de la I República en Teruel.

 

Y LLEGÓ LA I REPÚBLICA: GOBERNADOR CIVIL DE ZARAGOZA.

 

El 11 de febrero de 1873, Pruneda fue sorprendido, como la mayor parte de los españoles, cuando una carambola parlamentaria propició la proclamación de la I República Española.

A los pocos días fue nombrado Gobernador Civil de Zaragoza: tal vez hubiera preferido ser designado para idéntico puesto en Teruel, pero el nuevo gobierno republicano quiso distinguirlo con un cargo de mayor peso político como era el de ocupar la máxima representación gubernamental en la capital aragonesa. Ello le obligó a abandonar la alcaldía y la ciudad de Teruel y, por ello, no poder asistir a la proclamación oficial de la I República el 16 de febrero, ni asistir al izado de la bandera tricolor en el nuevo edificio del Ayuntamiento que fue "estrenado con tan fausto motivo" , y cuya construcción, como ya indicamos, había impulsado el mismo Pruneda.

Cuando el Gobernador Pruneda visite el 26 de marzo su querida ciudad de Teruel, será objeto de un recibimiento entusiasta. En su discurso desde el balcón del nuevo Ayuntamiento, recordará, emocionado, que, cuando muchos años atrás "nadie pensaba en otra forma de gobierno que la monarquía constitucional" , él ya defendía, desde las páginas de El Centinela de Aragón , "que la única forma conveniente para labrar la felicidad de los pueblos era la REPÚBLICA FEDERAL, lo cual me valió el calificativo de loco" .

Desde el Gobierno Civil de Zaragoza, Pruneda, el "ciudadano gobernador" , dejó patente el nuevo talante que, como representante de la nueva legalidad republicana, quería imprimir a su actuación política. Desea, según sus propias palabras, "asentar la República Federal con todas sus consecuencias y las reformas económicas en todas las ramas de la administración pública" . De no lograrlo, en el mismo acto de su toma de posesión, ya advierte que dimitiría de forma inmediata y "volverá a las filas de la oposición, en la que viene luchando hace 35 años" .

Su actividad política en Zaragoza será intensa: abre su despacho oficial a cuantos ciudadanos lo deseen (de 8 a 1 y de 6 a 8 de la tarde), reforma los establecimientos de instrucción pública y las escuelas rurales, fomenta la riqueza forestal. Por encima de todo, con talante conciliador, quiere una República para todos, democrática y tolerante.

Pese a estas buenas intenciones, se encuentra con el frontal rechazo de los partidos monárquicos. A ello hay que añadir que la amenaza carlista se cierne cada vez más cercana, también en la provincia de Zaragoza.

El desencanto creciente con las reformas que no llegan, minan el ánimo de Pruneda. Piensa incluso en retirarse de la política pero su amigo Estanislao Figueras le propone hacerse cargo del Gobierno Civil de Sevilla, e incluso el de Madrid y también la Dirección General de Comunicaciones. Pero Pruneda prefiere continuar en Aragón intentando apuntalar una débil República rodeada de enemigos. Anhela "dejar establecida la federación" frente a la infinidad de adversarios que ésta tenía: el retraimiento de los partidos monárquicos, el radicalismo del sector intransigente del federalismo que derivó al poco en el levantamiento cantonal y, sobre todo, la insurrección armada del carlismo aragonés, definido por Pruneda como "huestes vandálicas de la Inquisición" .

Frenar todas estas amenazas se convirtió en una inaplazable prioridad para el Gobernador Pruneda. Por ello, reorganizó una nueva milicia, los Voluntarios de la República, así como una unidad llamada Tiradores de Aragón, con el doble objeto de "combatir las facciones carlistas de la provincia y demás enemigos de la situación actual" , pero poco pudieron hacer para frenar la marea carlista que se extendió por las tierras zaragozanas, favorecida, además, por la temeraria actitud de la insurrección cantonal durante el verano de 1873. Pese a esto, la autoridad moral de Pruneda en el seno del republicanismo aragonés evitó que la revuelta cantonal se extendiera por Zaragoza, confiando en que el nuevo Gobierno Salmerón pondría en marcha todas las reformas anheladas por los federales pues, había que "salvar la nación, la libertad y la República" .

Sus últimos meses como Gobernador los dedicó a combatir el carlismo. No olvida a su ciudad adoptiva y, el 24 de octubre de 1873, partió para Teruel al frente de una columna militar. El objeto de la misma era llevar a la capital turolense refuerzos y municiones para consolidar las defensas de la ciudad ante un previsible ataque de los carlistas, entonces al mando de Marco de Bello. A su llegada, Pruneda fue objeto de un recibimiento entusiasta pero no perdió el tiempo: ubicó las piezas de artillería en el Seminario y revisó todas las fortificaciones que se estaban construyendo apresuradamente en el perímetro defensivo.

Vuelto a Zaragoza, la situación política se deteriora y, tras varios intentos de dimisión, ésta le es aceptada finalmente por Castelar el 30 de diciembre, 4 días antes de que, al asaltar las tropas del general Pavía la Asamblea Nacional, se pusiese fin a una República que, desde hacía tiempo, no era sino un espejismo.

Pruneda, a sus 65 años, sentía con profunda amargura el estrepitoso fracaso de la experiencia republicana, lo cual le produjo un profundo desgarro interior. Sólo piensa en retirarse de la vida pública, de la actividad política y refugiarse en Teruel donde le esperan sus amigos de siempre.... y Escolástica. Pero los carlistas no le van a conceder tregua y las difíciles circunstancias del verano de 1874, le obligaron a liderar la defensa de la liberal (y todavía mayoritariamente republicana) ciudad de Teruel contra los intentos de los seguidores de Carlos VII por apoderarse de ella. Sin ya pretenderlo, los acontecimientos le volvían a colocar en la vanguardia de los luchadores por la libertad.

Elegido comandante de la Milicia Nacional turolense, tuvo Pruneda un papel determinante en la defensa de la capital provincial durante las memorables jornadas del 3 de julio y del 4 de agosto de 1874, las "cincomarzadas" turolenses. Estos hechos de armas supusieron no sólo que la ciudad obtuviese los títulos de "Heroica" y "Siempre Heroica", sino que, a partir de 1877, dichas fechas se convirtiesen en celebraciones festivas locales. Estas, en un claro mimetismo con la Cincomarzada zaragozana, se celebraron hasta julio de 1936 y, durante las mismas, el republicanismo turolense tuvo papel relevante. Pruneda fue, además uno de los promotores de estas celebraciones, símbolo de la defensa de la libertad frente a la reacción, ideal que siempre defendió con la palabra, la pluma y las armas a lo largo de toda su vida.

 

LA RESTAURACIÓN ALFONSINA

 

Con la vuelta al trono de la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII, el hijo de la destronada Isabel II, Pruneda, anciano y desencantado de tantas cosas, manifiesta un cierto alejamiento de la política. A pesar de la ilegalización de los partidos republicanos por el Gobierno de Cánovas, su carisma permanece vivo entre los turolenses. Es por ello que promovió la construcción del monumento de los Mártires de la Libertad de Teruel, para "que perpetúe la memoria de las brillantes jornadas del 3 de julio y del 4 de agosto de 1874" , el cual fue inaugurado el 3 de julio de 1896, 14 años después de la muerte de Pruneda. Dicho monumento se hallaba en la Plaza de la Libertad (hoy de Anselmo Polanco), hasta que fue demolido por los requetés franquistas durante la pasada guerra civil.

Pruneda mantuvo sus convicciones políticas en estos difíciles años de la Restauración alfonsina, en que se evidenció una fragmentación, con desgarros y rupturas, de la familia republicana turolense. Así, a la altura de 1879, Pruneda figura como concejal del Ayuntamiento de Teruel y, en 1881, se alude a él como el máximo responsable del Partido Democrático Histórico Federal Puro.

Pero, junto a la política y a su amada Escolástica, los últimos años de su vida los dedicó a dos nuevas pasiones: la defensa de la cultura y del progreso de Teruel. En este sentido, indiquemos que colaboró activamente en el Círculo de Instrucción y Recreo Turolense (fundado en 1876) y en diversas publicaciones surgidas en aquellos años en la ciudad como la Revista del Recreo Turolense o La Provincia .

Igualmente escribió dos textos de carácter histórico: Apuntes para la historia de Teruel (1877) y Apuntes críticos y biográficos de turolenses célebres (1879). La primera obra, escrita a partir de un texto de Pruneda titulado Memoria de la ciudad del Turia , supone un homenaje a su ciudad de adopción. En ella, resulta interesante la valoración ideológica que hace Pruneda del pasado turolense, entendido éste como la permanente lucha por conquistar unas veces, por preservar otras, el supremo valor de la libertad. De este modo, remontándose a las que él llama antiguas "repúblicas" celtibéricas opuestas al poder de Roma, exalta la foralidad medieval, denosta el fanatismo religioso o recrimina las funestas consecuencias del despotismo centralista monárquico. Con todo ello, en sus textos sobre Teruel, defiende dos ideas básicas que el sintetizaba así: "la historia de Teruel es tan brillante como antigua y que, a lo largo de ésta, la ciudad siempre fue un firme baluarte de la libertad".

Además de sus aportaciones históricas, Pruneda participó en las tareas de la restablecida Sociedad Económica Turolense de Amigos del País, entidad de la cual llegó a ser presidente en 1879. Desde su Sección de Industria y Comercio, promovió diversos proyectos de trazados ferroviarios, en los cuales se depositaban ilimitadas esperanzas para asegurar el futuro y el progreso de Teruel. Pruneda redactó en 1877 un Informe sobre las comunicaciones provinciales y, a instancia suya, la Sociedad Económica Turolense optó por apoyar el trazado Calatayud-Teruel-Sagunto, "el Central de Aragón". De este modo, la intensa labor de Pruneda desde la Comisión pro-ferrocarril creada al efecto, fue determinante para la realización de este proyecto, el cual, tampoco pudo ver culminado en vida. Las ideas de Pruneda, no obstante, sirvieron de punto de partida para demostrar (y demandar) la imperiosa necesidad de que los futuros trazados ferroviarios turolenses tuviesen en consideración a la siempre olvidada provincia de Teruel.

Estas ideas, unidas a otros planteamientos de signo regeneracionista que aparecen en los escritos de Pruneda (pantano de Híjar, aumento de regadíos, repoblación forestal, desarrollo minero...) serán continuadas años más tarde por Federico Andrés Tornero y, sobre todo, por Domingo Gascón, antiguo republicano y autor de la célebre Miscelánea Turolense .

Murió Pruneda el 15 de julio de 1882 como consecuencia de una neumonía aguda. Según la prensa de la época, en sus últimos instantes, "el corazón del conocido demócrata latió a 172 veces por minuto" . Nunca, como durante la trayectoria vital de Pruneda, que ahora llegaba a su fin, había latido con tanta intensidad la historia turolense del s. XIX. Hoy reposa en el cementerio de Teruel, en una tumba que comparte con Escolástica y con Nazario Anadón, el padre de ésta.

Pienso que, hoy, desde algún lugar, Pruneda, y su amada Escolástica, sentirán la misma emoción que ahora compartimos todas las personas que amamos Teruel, sus tierras, sus gentes, su historia y, que, como nuestro viejo republicano, creemos en su futuro. De esa historia turolense de la que nos hablaba Pruneda que, además de brillante, fue siempre un baluarte de la libertad y del progreso, de ese Teruel que, bajo su liderazgo, fue una vanguardia de los ideales de regeneración cívica y republicana.

Por todo ello, ya para concluir, quiero manifestar públicamente ni más sincero agradecimiento a todas las personas e instituciones que han hecho posible este homenaje, este reconocimiento público que todos los turolenses debíamos a Pruneda.

El legado prunedista, además de en los libros, además de en una calle que lleve su nombre, seguirá vivo si, como él, nos comprometemos todos, cada uno desde nuestro puesto, en favor del progreso de esta tierra turolense. La causa, desde luego, merece la pena.

Muchas gracias.

 

DIA 1828/30.

Carta de Pruneda de fecha 15 de enero de 1841 publicada en El Eco de Aragón , 19 enero 1841.

DIA 1870 C3, Teruel, 3 septiembre 1870.

Texto de Pruneda publicado en la hoja "Al público y a los Señores suscriptores del papel que fue El Centinela de Aragón", 28 junio 1842).

Alusión en DIA 1845 C2.

DIA 1846 C2, Santa Cruz de Tenerife, 22 marzo 1846.

DIA 1847 C7, Teruel, 7 agosto 1847.

DIA 1848 C1, Teruel, 8 enero 1848.

DIA 1848 C4, Morella, 24 mayo 1848.

DIA 1848 C1, La Cerollera, 1 julio 1848

DIA 1848 C9, la Cerollera, 14 octubre 1848.

Exposición de Pruneda dirigida al Ayuntamiento de Teruel, POL 1856 C3, Louvie-Juzon, 27 agosto 1856.

 

DIA 1857 C1, Ciudad Real, 20 enero 1857.

El Centinela de Aragón, 16 diciembre 1868.

BERDIÉ BUENO, Isidoro, Aragón durante la Revolución de Septiembre , p. 19.

Decreto de la Junta Revolucionaria de Teruel, 9 octubre 1868.

ESTÉVANEZ, Nicolás, Mis Memorias , pp. 163-164.

El Centinela de Aragón , 9 diciembre 1868.

Otros cambios de la toponimia urbana turolense fueron: Calle de la Revolución (San Juan), Plaza de Castelar (Plaza de San Juan), Plaza de la Libertad (Marquesa, Fr. Anselmo Polanco).

Manifiesto de Pruneda A los electores republicanos , 13 abril 1869.

POL 1869 C4, Carta de Pruneda a Escolástica, cárcel de Zaragoza, 29 diciembre 1869.

Alusión el POL 1879 Bay C2.

El Federal , 13 marzo 1873.

El Federal , 30 marzo 1873.

Alocución de Pruneda Zaragozanos, habitantes de esta provincia , 1 marzo 1873.

La Derecha , 17 julio 1882.