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Discurso de Carmen Negrín con ocasión de la inauguración de la Exposición Juan Negrín

Médico y Jefe de Gobierno 1892-1956

(Madrid - 27 de septiembre de 2006)

En octubre de 1956, hace prácticamente 50 años, mi abuelo, Juan Negrín, invitado por el Presidente Tito, ejerció por última vez un acto oficial, representando a la República Española en un homenaje que se rindió a los brigadistas yugoslavos quienes 20 años antes habían ofrecido voluntariamente su apoyo al gobierno legal español para el mantenimiento de su democracia y de su libertad.

Previamente Juan Negrín había sufrido graves malestares y, premonitoriamente, pidió a mi padre que viniese de México y lo acompañase en este viaje.

Menos de 15 días después, falleció, en París.

Ese día de noviembre, me sacaron precipitadamente de la escuela y me llevaron a casa. Mi padre me anunció el fallecimiento de mi abuelo y me preguntó si quería despedirme de el.

Me rehusé, pues instintivamente quería conservar su recuerdo intacto, el recuerdo de un hombre de una gran bondad, con un sentido muy agudo de la justicia y de la igualdad, un hombre alegre y tolerante, con una curiosidad desbordante y unas ganas extremas de compartir sus conocimientos.

Ese recuerdo me ha acompañado todos estos años y me es infinitamente grato que, hoy, después de 70 años de un silencio digno de una dictadura pero no de una democracia, sea recordado, o más bien, debería decir que sea “re-descubierto” este gran servidor del Estado, hombre de paz, que se vio obligado a luchar por su país y por la democracia, hasta el agotamiento, aun oficialmente terminada la guerra de España.

El acto cultural de hoy, viene en un momento en que se está debatiendo la Ley de la Memoria Histórica, es, sin lugar a duda, un acto simbólico importante. Sin embargo, permítame decirlo, como hija y nieta de uno de los de mas de medio millón de españoles que tuvieron que salir de su país a raíz del golpe de estado, espero que algún día, mas bien cercano, este acto cultural sea seguido de un acto político audaz, fruto de una ley de memoria, también audaz, que cumpla con su propia lógica, revocando decisiones y condenas de las cuales fueron objeto, no solo Juan Negrín, sino también todos aquellos que, con el, lucharon por un estado de derecho y que hoy considero, a través de el, también homenajeados.

Quisiera por último agradecer al Ministerio de la Cultura y a la Secretaría Estatal de Conmemoraciones Culturales, en particular a José García-Velasco y a sus colegas, Carlota Álvarez Basso y Irene Sen y a todos aquellos científicos, arquitectos que han contribuido en realizar este evento así como a Ricardo Miralles por su empeño, a las diferentes Fundaciones e Instituciones que participaron, dando unas gracias muy especiales a la Fundación Juan Negrín que ha sido uno de los primeros defensores del primer Presidente del Consejo socialista y Canario de la historia de este país.

Gracias.

*Fuente: Carmen Negrín, 27 de septiembre de 2006